miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL LIBRO ROJO DE MAGNETTO


El debate por Papel Prensa
Con ustedes, el libro rojo de Magnetto

Publicado el 1 de Septiembre de 2010

Por Víctor Ego DucrotPeriodista, escritor y profesor universitario.


El título de hoy no es broma. Trata de algo muy tangible que llegó a mis manos gracias a la indignación de uno de los tantos trabajadores del Grupo Clarín que se sienten asqueados por la patronal que les tocó en suerte.

El título de este miércoles no es broma ni mucho menos una metáfora. Trata de algo muy tangible que llegó a mis manos gracias a la indignación de uno de los tantos trabajadores del Grupo Clarín que se sienten asqueados por la patronal que les tocó en suerte.

Lo primero que se lee es una carta, impresa en forma de separata, que firma un tal Horacio Quirós, director de Recursos Humanos del conglomerado empresario, con fecha del 26 de agosto de 2010. Su quinto párrafo dice así: “ha sido claro en estos tiempos que honrar el legado de Roberto Noble, de brindar ‘un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos’, implica aceptar ciertos riesgos. Como es de público conocimiento, la campaña de hostigamiento y de ataques oficiales recae de manera muy dura y sostenida sobre los medios de comunicación no oficiales en general y sobre el Grupo Clarín en particular.” Luego la misiva agrega: “agravios, difamaciones y falsas acusaciones son lanzados a diario por funcionarios, dirigentes y comunicadores que forman parte del aparato oficial”. Y más adelante añade que “dos temas revisten especial seriedad: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con el peligro de desarticular la pluralidad de medios existentes que su implementación conlleva, y la ofensiva contra Papel Prensa, a través de la cual se pretende controlar el insumo básico de los diarios. De lograrlo, la libertad de expresión habrá quedado entonces jaqueada y a merced del poder de turno.”Que las afirmaciones del tal Quirós no conforman otra cosa que un puñado de mentiras surge del texto mismo de la nueva Ley de Medios Audiovisuales, la que con sus criterios de distribución del espacio radioeléctrico y decisión desmonopolizadora propone lo contrario a lo afirmado por el sujeto en cuestión; y del proyecto de norma jurídica enviado al Congreso por la presidenta Cristina Fernández, que le confiere a los parlamentarios la posibilidad de crear un futuro sistema de producción de papel prensa para el conjunto de la sociedad, sin las preferencias escandalosas con que hasta ahora se beneficiaron los socios privados de la empresa capturada por el Estado terrorista de Videla, Massera y Agosti, pero también de Magnetto, la viuda de Noble y los dueños de La Nación y La Razón.Hasta aquí no contamos nada novedoso. A fin de cuentas, una carta mentirosa de un jefe de personal es un lamentable hecho recurrente y de toda cotidianeidad: cierta clase de ejecutivos están entrenados para mentir, como lo hacen casi toda vez que emprenden planes de racionalización de puestos de trabajo (despidos, que le dicen) para las empresas que pagan jugosas sumas a la hora de contratar personajes con tan loables cualidades; y el grupo de la Noble tiene experiencia en esos menesteres.

Lo que sí resulta revelador es que esa carta forme parte, como separata, tal cual lo adelantamos, de un librejo, opúsculo o folleto cuidadosamente editado por la empresa, para ser distribuido entre todos sus trabajadores. Y también son reveladoras las invocaciones que formula respecto de los supuestos “agravios, difamaciones y falsas acusaciones” que serían “lanzados a diario por funcionarios, dirigentes y comunicadores que forman parte del aparato oficial”. Y digo que esa frase revela o alumbra en el sentido de que quien la concibió probablemente lo haya hecho inspirado en el texto – de más vuelo y pretensiones, por supuesto – de la ex catedrática en Letras, Beatriz Sarlo, publicado el 29 de abril pasado por el diario La Nación, el mismo que supo ser uno de los portavoces oficiosos (por qué no oficiales) de la dictadura militar.

En ese texto, la intelectual orgánica de la Argentina patricia y destituyente se refería a un supuesto dispositivo cultural kirchnerista, al que calificaba de “nube”, quizás influida por las apocalípticas predicciones meteorológicas con las que, en un tiempo no tan lejano, nos martirizaba la sutil abogada Carrió; predicciones esas pobladas por huracanes y pestes maléficas que se abatirían sobre nuestro país entre partos diabólicos y otros derrapes de la razón pura. ¿Acaso la dirigente de sonrisa atravesada y guiño farolero en busca de comprensiones para su talante habrá confeccionado semejante catálogo de sabidurías durante los ratos de ocio que –es probable–, disfrutó cuando fue funcionaria judicial del régimen civil y castrense que ocupó el poder a sangre y fuego a partir de marzo de 1976? Quizás.

El librejo en cuestión lleva impreso en letras blancas sobre fondo rojo un título que dice así: Las Claves. La estrategia oficial contra los medios. El que quiera leerlo seguro que lo encontrará en cualquiera de las oficinas del Grupo Clarín, porque para reproducir mentiras ya tuve bastante con las citas parciales a la carta del tal Quirós. Aunque sí me animo a afirmar, con escaso margen de error, que, salvo en los espacios noticiosos y de opinión de los medios del grupo, de La Nación y de otros cómplices, la información veraz que desmiente al “libro rojo” de Magnetto puede ser hallada por doquier, ni qué decir en las páginas de este diario.

Lo más interesante del tema de hoy resulta de destacar que ese libelo fue concebido y ejecutado casi a título de ayuda memoria obligatorio para los periodistas del grupo, lo que invalida el discurso de muchos de sus notables, cuando muy sueltos de cuerpo cacarean que eso de los lineamientos editoriales bajados desde la cúpula de la empresa son cuentos chinos de los analistas del comportamiento mediático, de los “detractores” de la libertad de prensa.

En tiempos calmos, los medios hegemónicos imponen hacia dentro sus enfoques corporativos de la realidad mediante mecanismos tácitos aunque perceptibles; mecanismos que para quienes escriben en (o dicen desde) ellos son de cumplimiento riguroso; toda vez que pretendan conservar su puesto de trabajo o sus lugares de privilegio, según el caso. Y resulta útil subrayar aquí que los más entusiastas defensores de la supuesta prescindencia empresaria son aquellos que combinan en más o menos equilibradas dosis sus naturales vocaciones reaccionarias, sus debilidades de la carne ante pagos de jugosas sumas mensuales y sus especulaciones en torno a futuros luminosos como estrellas ejecutivas en ascenso.

En tiempos de oligopolios mediáticos crispados, los engranajes son menos sutiles y pueden convertirse en la obscena vulgaridad que emerge por debajo de las tapas rojas del librito de Magnetto, a la vez que las aguas se dividen con fina transparencia: por un lado quienes deben soportar a la patronal hasta encontrar rumbos menos traumáticos, como fue el caso del colega que me puso en contacto con un ejemplar del folleto protagonista de este miércoles, y por el otro el resto, el club de los ya mencionados entusiastas defensores de la prescindencia empresaria; al decir del viejo Neruda la “piara de prostibularios caciques”.


Fuente: Tiempo Argentino.com


Nota de la administradora del blog:


Excelente la investigación, descubrimiento y análisis del periodista Ducrot sobre este folleto que distribuye Magneto entre sus huestes. Y pensar que se llena la boca pregonando una libertad de prensa que a todas luces no se ejerce, aunque ya lo sabíamos, yo por lo menos nunca me imaginé que fuera de manera tan directa, tosca y obscena.

Me pongo a pensar y me digo a mí misma, cómo se sentirá el periodista que allí vierte su supuesto pensamiento cuando quiere escribir algo que no puede por la orden recibida del mandamás? No sentirá que le faltan el respeto a su inteligencia, a su capacidad, a sus conocimientos y a su experiencia? Vuelvo a preguntarme, pueden tanto un puñado de pesos para tapar la boca (para el caso atar las manos) y hacer borrar del cerebro de un profesional sus propias ideas y pensamientos? Indudablemente que sí y debo reconocerlo esto se da en casi todos los ámbitos laborales. Es a mi entender el costado más bajo de un ser humano: Vender sus ideas, su pensamiento, su criterio.


Melan.

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