martes, 26 de julio de 2011

SE CUMPLE UN NUEVO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE EVITA




El 26 de julio de 1952 moría a los 33 años, abatida por la enfermedad, “La abanderada de los humildes”.
Arquetipo de la mística militante del peronismo, activa impulsora y celosa guardiana de la revolución justicialista, esposa, amiga y compañera de Juan Domingo Perón, fundadora del Movimiento Peronista Femenino, activa impulsora del voto femenino y la igualdad de la mujer, creó la Fundación Eva Perón al frente de la cual llevó a cabo una trascendental e inusitada obra de reparación social y al servicio de la cual agotó hasta sus últimas energías.
Adorada y hasta idolatrada por los humildes y las clases trabajadoras, temida y odiada hasta la exasperación por los logreros, oportunistas y dueños de los privilegios, fue despedida por la expresión de dolor popular más multitudinaria y numerosa de la historia argentina.
Personalidad de relieve mundial y de permanente actualidad, fue autora de “La razón de mi vida”, “Historia del peronismo” y diversos artículos periodísticos en los que reflejó su intenso compromiso en la lucha por la justicia social.
En su lecho de muerte alcanzó a dictar una suerte de testamento político que, publicado muy posteriormente gracias al historiador Fermín Chávez y
luego por el editor y militante peronista Alberto Schprejer con el título de “Mi mensaje”, fue sistemáticamente ignorado y silenciado debido a su manifiesto antagonismo con los poderes establecidos.






1. MI MENSAJE  (Primer Capítulo del Libro Mi Mensaje de Eva Perón)


En estos últimos tiempos, durante las horas de mi enfermedad, he pensado muchas veces en


este mensaje de mi corazón. Quizás porque en "La Razón de mi Vida" no alcancé a decir todo lo


que siento y lo que pienso, tengo que escribir otra vez. He dejado demasiadas entrelíneas que


debo llenar; y esta vez no porque yo lo necesite. No. Mejor sería acaso para mí que callase, que


no dijese ninguna de las cosas que voy a decir, que quedase para todos, como una palabra


definitiva, todo lo que dije en el primero de mis libros, pero mi amor y mi dolor no se conforman


con aquella mezcla desordenada de sentimientos y de pensamientos que dejé en las páginas de


"La Razón de mi Vida". Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a los trabajadores


de mi pueblo, y por extensión quiero demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y


condenados a muerte por los imperialismos y los privilegiados de la tierra. Me duele demasiado el


dolor de los pobres, de los humildes, el gran dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como


para que pueda callar. Si, todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar el cielo y el sol de


nuestra tierra, si todavía queda tanto dolor que mitigar y heridas que restañar, cómo será donde


nadie ha visto la luz ni ha tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en


silencio, ya sin lágrimas y sin suspiros, sangrando bajo la noche de la esclavitud! Y como será


donde ya se ve la luz, pero demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que se


rebela y que quema en la carne y el alma de los pueblos sedientos de libertad y justicia! Para


ellos, para mi pueblo y para todos los pueblos de la humanidad es "Mi Mensaje". Ya no quiero


explicarles nada de mi vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio. Me tienen sin


cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los explotadores.


Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón. Quiero decirles la


verdad que una humilde mujer del pueblo -¡la primera mujer del pueblo que no se dejó deslumbrar


por el poder ni por la gloria!- aprendió en el mundo de los que mandan y gobiernan a los pueblos


de la humanidad. Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie, porque nadie fue


capaz de seguir la farsa como yo, para saber toda la verdad. Porque todos los que salieron del


pueblo para recorrer mi camino no regresaron nunca. Se dejaron deslumbrar por la fantasía


maravillosa de las alturas y se quedaron para gozar de la mentira. Yo me vestí también con todos


los honores de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar con las mejores joyas de la


tierra. Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de alguna manera. Todo lo que


me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente


extraordinario, lo acepté sonriendo, "prestando mi cara" para guardar mi corazón. Sonriendo, en


medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras. Yo puedo decir ahora lo mucho que se


miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los hombres en sus


grandezas y en sus miserias. Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para


compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las grandezas de la miseria. Yo no me


dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder


y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus


grandezas. Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras del mundo. Tengo que


decirlas al pueblo de donde vine. Y tengo que decirlas a todos los pueblos engañados de la


humanidad. A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes descamisados de mi Patria y a


todos los descamisados de la tierra y a la infinita raza de los pueblos! como un mensaje de mi


corazón.

Fuentes: El reporte platense.com y El ortiba. org

Melan

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